Es la noche previa al feriado de hoy. ( ¿Es o era?)
Cuesta arrancarse de ella. Es un mar de larva bajo
nuestros zapatos. Como anunciando estos veintiseis
grados, incomprensibles, en el mes más frío del año.
Andrés anda sin libreta; se la retiró anoche la
policía de tránsito -sólo le conté dos whiskies-.
Lo trajimos a su casa, en esta manzana que antes
era de dunas. A cincuenta kilómetros, hoy la nostalgia
se levantó antes que nosotros. Mientras me cepillaba
los dientes aún con la somnoliencia de recién levantada,
la ví en el epejo; estaba ahí, inevitable.

"La noche de la nostalgia" pasó como hace más de tres
décadas: sin resultarle a nadie indiferente. Conquistó,
nos sedujo y la dejamos hacer. Ya se ganó mi día.

(Estoy tratando de no caminar por Malvín)

Y mientras recuerdo no solo camino; lo siento,
lo huelo...Jardines recién regados... paraísos en flor
después de una tormenta de verano. (Pero es invierno,
y este es otro lugar: un jardín en Parque del Plata.)

Bajo por Missouri, cruzo Orinoco y empiezo a ver como
está la playa hoy... a ver... hay mucha olas, o sea
que está muy honda... no me quejo, cualquiera sabe que
cuando Playa Honda está así, es el mejor momento de
sambullirse.
Te estaba contando que al llegar a Orinoco no solo veo
como está el mar sino que también me envuelve esta brisa
marina como la que solamente Malvín me puede regalar.

Si será peligrosa la nostalgia que yo no quería...
pero ya estoy caminando por esa calle de Malvín.

Imposible evadir esta borrachera cósmica.